martes, 24 de marzo de 2015

No hay RESCATE sin ACCIÓN

Deberíamos reconciliarnos con todos los espacios que dejamos en blanco, con todo el tiempo perdido, con los finales que alargamos, con todos los comienzos que abandonamos por miedo, con todo cuanto no supimos decir, con todas las veces que nos encogimos de hombros, con todos los pasos que no dimos y con los cuales hubiéramos dado la vuelta al mundo. Deberíamos reconciliarnos con nosotros mismos.

Deberíamos cantar más y hacerlo muy alto para encontrarnos con todas esas canciones que nos echan de menos, para saciarnos de entusiasmo y olvidarnos de las respuestas programadas, para hacernos norte y volver a darle cuerda a la brújula del corazón, para darle menos vueltas al tarro y dejar el complicado arte de vivir exiliados en la frontera de la indecisión.  Deberíamos cantar que no todas las caídas son derrotas y aprender a entonar el enhorabuena, te has equivocado pero hoy eres capaz de todo, hasta de vivir!
¿Cuándo fue la última vez que te pillaron tocando la guitarra con una raqueta de tenis y cantando a “grito pelao”?

Deberíamos dejar de ser charco sin fondo y ser más lluvia para mojarnos de besos hasta dilatarnos la piel sin perder por ello ni un ápice de elasticidad, para ser nuestro propio oasis cuando nos sentimos en medio de la nada, para disponer siempre a mano de una sobredosis de ternura y disponer de nuestra esencia a nuestro antojo, para con la risa mojada contagiar de vida a nuestra rutina, para no arrepentirnos de nadie y para estar siempre a punto de nosotros mismos. Deberíamos despilfarrarnos cada día invocando al niño que llevamos dentro, dejándolo salir para que nos impulse a seguir persiguiendo sueños.

Deberíamos sufrir de sobredosis de ganas para asomarnos sin miedo a caer, para asomarnos a nosotros mismos permitiéndonos fluir,  para dar un paso y otro más, para dejar de remendarnos y esforzarnos más por comenzar a expandirnos, para decidir cómo queremos sentirnos a cada momento, para ser menos egocéntricos, para no callar lo que no nos deja respirar, para cortar con todas aquellas amistades que no aguantan ni un solo lavado. Deberíamos dejar salir todo cuanto llevamos dentro y entrenarnos cada día en ser sinceros con nosotros mismos.

(foto de @jcalandt )

¿Queremos conseguirlo? pues abandonemos el tiempo condicional. Abandonemos   el “deberíamos” y lancémonos a actuar. No podemos renunciar a la acción. 

¡Que no hay rescate sin acción!

Déjate puesto el presente, conjúgate en el hoy y hazte un sí cada mañana. 

Para eso estás aquí; la acción, la vivencia y la experiencia es la razón más poderosa para rescatarte a ti mismo... de ti mismo. 

martes, 3 de marzo de 2015

Yo hablo de VENDER, y TÚ?

No sabes el porqué. Salir a vender te cuesta. Establecer contacto con personas que no te conocen, que no esperan tu llamada y en el peor de los casos, que no quieren que les llames es duro.  Vender te resulta incómodo, ¿verdad? pero hay que salir a vender.

¿Qué ocurre cuando nos encontramos en este punto?

-Nos sentimos emocionalmente derrotados, exhaustos por la presión de los resultados que ni llegan ni llegarán y nos lanzamos a la desesperada.
-Nos convertimos en robots y nos lanzamos a la visita loca, a la visita nada enfocada a obtener resultados. Cualquiera nos sirve para “llenar la agenda”. Luego nos sentimos peor, claro, porque actuar así es directamente un suicidio comercial.
-Nos excusamos en el “no tengo tiempo” y nos cargamos de razones para dedicarnos a “otras tareas” que poco aportarán a nuestros resultados.
-Nos convertimos en expertos victimistas; la crisis, nuestros productos o servicios son poco competitivos, el cliente tiene otras prioridades de compra... la lista puede ser interminable cuando dedicamos nuestro ingenio a alimentar a la víctima que hemos creado.
-Hacemos costumbre aquello de “un mal día lo tiene cualquiera”. 

      Así que derrotados, suicidas, sin tiempo y absolutamente víctimas de nosotros mismos pasamos, los días con más pena que gloria. 

   Bufffff, bufffff y más bufffff. Qué solos nos sentimos...
      Y es que no hay mayor soledad que despertarse sin uno mismo.

 ¿Le damos la vuelta a la tortilla? 

(foto de @jcalandt)

¿Recuerdas cuando no te costaba contactar y cerrar visitas de las que obtenías resultados?. Y más importante, recuerdas cuando vendías?  
Sí lo recuerdas. ¡Si hasta puedo ver la sonrisa en tu cara ahora! 
¿Qué marcaba la diferencia en esa época? ¡exacto! ¡tu actitud!. Tu actitud positiva y ganadora. Esa actitud capaz de buscar vínculos y no transacciones.

La actitud es la clave. Siempre. Tu actitud determina tu éxito o fracaso en cualquier parcela de tu vida y también en tus resultados de venta.

Como escribe mi estimado amigo Francisco Alcaide @falcaide en su blog http://www.franciscoalcaide.com/ que ya tardas si no lo lees;  
Si tienes buena actitud, siempre habrá gente que te quiera tener a su lado. Da igual si no sabes de ciertas cosas, las aprenderás. Lo importante no es tanto lo que sabes como lo rápido que aprendes. Con la actitud oportuna se llega lejos. Actitud es ver soluciones donde otros sólo ven problemas. Actitud es disposición favorable. Tú no eres responsable de la cara que tienes, pero sí de la cara que pones cada día. Lo dice un proverbio holandés: «No puede impedirse el viento, pero pueden construirse molinos».


La buena noticia es que no perdiste tu buena actitud, la llevas en tu ADN, ya lo demostraste en el pasado. Simplemente cultivaste pensamientos y un diálogo interno negativo hasta perder al comercial extraordinario que eres. 
Dejaste de entrenar actitud positiva, luchadora, llena de entusiasmo, proactiva ... y ésta se esfumó llevándose los buenos resultados también.

La buena noticia es que recuperar tu buena actitud depende de ti. Pon en línea sentimientos, pensamientos e intenciones. Entrena el músculo de la buena actitud, invierte todo tu esfuerzo en recuperar tu mentalidad ganadora, establece objetivos y luego actúa en consecuencia. Las oportunidades llegarán y con ellas los buenos resultados. Celebra cada éxito que llegue, por pequeño que sea y sobre todo, nunca mueras de éxito, ¡sigue entrenando tu mejor actitud cada día para mantener la intensidad de tus propósitos!