Nos pasamos la vida buscándolo. Parece que se hubiese perdido
y no acertásemos con el camino del
reencuentro. Saltamos precipicios, besamos calaveras, masticamos cristales y
terminamos derrotados de frialdad, cada vez que perdemos la cabeza por personas
que son incapaces de encontrar la suya. Nos conformamos con lo de
siempre, convenciéndonos de sentirnos como nunca. Pero sentimos el
vértigo de no estar a la altura con nosotros mismos al aceptar puertas o
ventanas, que aún abiertas, son inservibles.
El día que nos preocupemos más del frío que llevamos y
acumulamos dentro, el día que dejemos de dar oportunidades a quienes no las
merecen y nos demos una a nosotros mismos, el día que dejemos de sentirnos
ajenos a nosotros en otras manos... ese día, no llamará. No llamará a la puerta.
Entrará directamente y se sentará a nuestro lado. El AMOR del bueno.
Y es que el AMOR, el amor del bueno nunca llama
a la puerta, la revienta. Nos toparemos con él de bruces y nos sorprenderá a
cada instante. Amor en estado incandescente que golpea fuerte contra las
paredes del corazón y bombea latidos por doquier, desde el centro del
sentimiento más puro de querernos a nosotros.
Porque la única forma de amar de verdad, es amándonos lo suficiente a nosotros
mismos. Sólo así no trataremos de llenar vacíos con apegos. Sólo así seremos
capaces de amar sin asfixiar, sin invadir, sin anular, sin juzgar, sin exigir y
sin la necesidad de controlar. Sólo así disfrutaremos de los momentos que
vayamos a vivir sin esperar algo determinado, soltando y confiando. Sólo así
reconoceremos la magia de vivir el amor desde la libertad. Y es que cuando
empezamos a amarnos, a entendernos y a respetarnos es cuando hacemos lo propio
con los demás.
Amar es un compromiso voluntario donde tan importante es dar, como la forma en que ves retribuido tu amor. Un compromiso en el que entregar lo mejor de
nosotros mismos requiere talento, responsabilidad, confianza, motivación,
aceptación, entusiasmo, ilusión, honestidad, reconocimiento y coherencia. El amor no lo justifica
todo y mucho menos debe soportarlo todo. El amor no se negocia. Sentir el apoyo
de la otra persona es un estilo de alianza donde cada uno tiene un lugar al lado
del otro, ni delante ni atrás. Aceptar el compromiso de amar y ser amado
requiere de disposición de evolucionar, de ganas de avivar el fuego constantemente, requiere
madurez y mucha voluntad. Pero amar es sobre todo un compromiso que requiere de libertad y no
necesariamente implica compartirlo todo, darlo todo, ni esperarlo todo. Las
expectativas, el apego y las promesas sólo otorgan fragilidad a la relación y
nos traen sufrimiento. El auténtico amor sólo se vive desde nuestro propio equilibrio y
en libertad.
¡Basta ya de creer en príncipes encantados y en princesas sin
defectos!. Basta ya de idealizar las relaciones. Entendamos que nuestra
necesidad de amor y nuestra capacidad de amar deben estar alineadas con nuestra
esencia, con nuestros valores. Amar es otorgarnos el permiso de vivir realmente
como queremos vivir, siendo realmente quien queremos ser. Amar es elegir qué
queremos sentir y con quién queremos sentirlo, haciendo lo que realmente queremos hacer. El resto no es amor, se parece más a tener una cama debajo de tu monstruo, en esa mala costumbre compartir soledades.
El amor es un baile improvisado y un atardecer. Se instala en
tus orejas y penetra más allá de las pulsaciones. El amor no son ni polos, ni
clavos, ni pétalos de margaritas, ni mariposas en el estómago. Es la vorágine
del latido, la música que rompe las horas, se ancla en las costillas y se siente en las entrañas. El
auténtico amor FLUYE. Hace que puedas sentir en tus venas que no hay
obstáculos y confundes eternidades con la frecuencia de tus latidos. Un
universo lleno de constelaciones y sorpresas. Una tierra salvaje para recorrer
una y otra vez… SIENDO.
El amor cuando es ESENCIA sonríe, es pasión y ternura. El amor cuando es esencia parece que nos mire y nos diga, sonríe ... y que empiece la guerra.
El amor cuando es ESENCIA sonríe, es pasión y ternura. El amor cuando es esencia parece que nos mire y nos diga, sonríe ... y que empiece la guerra.
Nuria... IMPRESIONANTE. Qué maravillosa y conmovedora forma de escribir.
ResponderEliminarAcabas de ganar un fan incondicional.
Un saludo :))
Olé,
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