Tiempo para perdernos junto a un rastro de caricias que
revueltas y desbocadas vayan tatuando secretos en nuestra piel descalza, cubriéndola de emociones.
Tiempo para leernos la mirada y desabrochar uno a uno los
botones del miedo, tiempo para lentamente pintarnos el color de los ojos sintiendo como ese brillo de hielo en nuestras pupilas se derrite sin remedio y tiempo para alzarnos en una
única llama que arde y nunca se apaga.
Sin contrarrelojes, para muy despacito, bebernos en una lluvia
cálida de besos que nos engulla hasta tocarnos el alma, repicando sin piedad en
nuestros los labios y azotándonos el cuerpo cubierto de abrazos.
Tiempo para saborear el calor que nace para atraparlo todo,
para viajar a nuestros secretos y tocarlos poco a poco, para recoger latidos, para
recorrer los baches de nuestro asfalto, para destronar la incertidumbre de una
pasión pasajera que no pasa.
Tiempo para la fantasía pura, los deseos más despiertos, para
el magnetismo que hace bailar dos cuerpos desnudos y los enreda hasta
retorcerlos en una fiesta de sonrisas.
Tiempo de un reloj de arena infinita para respirarnos la
piel, atraparnos los poros y amarrarnos el sudor, para caminar nuestra playa de
principio a fin y escuchar el eterno susurro de nuestras olas. Tiempo eterno para habitarnos, entrelazando anhelos e hilvanando esas locuras que hacen realidad los
sueños.
Bajarnos de la prisa hasta que nos estorbe la piel, hasta reconocernos
sin ver, hasta que por hervir en tus manos pierdas el sentido del tacto, hasta que hirviendo
tú en las mías yo pierda hasta las líneas de las palmas.
Tiempo para esperarnos en la boca, para ansiar dibujar besos en cada
orilla, para pintar mariposas en nuestro cielo, para enredarnos el cabello con nuestras
manos, pensándonos en suspiros, volando en la brisa de nuestro aliento y
creciéndonos en nuestra inocencia recuperada.
Con todo el tiempo para ser peregrinos de nuestros caminos,
recorriendo las calles de nuestros gemidos y todo sin trampas, sin espinas, sin
recodos ni jeroglíficos, sin ausencias y sin olvidos, sin escondites, sin
desvelos y sin esperas, sin cadenas.
Tiempo para entender cada madrugada, cada estación,
componiendo nuevas ilusiones, ganando la batalla a la rutina, sabiendo que nada
es perfecto y que precisamente por ese motivo nos esforzamos en querer que lo
sea.
Tiempo… En realidad no nos falta tiempo, nos sobran miedos y nos faltan ganas de amar. ¿Verdad?
Sufrir es el vicio de quien padece ceguera positiva. Volvamos a vernos llenos de fuerza, de retornos, de destinos, de VERDADES porque como bien dices Nuria nos faltan GANAS y nos sobran MEIDOS
ResponderEliminarSin miedos y con unas GANAS que no se terminan!!! Gracias...
EliminarMe has dejado sin palabras...
ResponderEliminarMuchas gracias!!!! es un honor de verdad... gracias
EliminarTiempo, Núria, para dejar aletear el espíritu a su libre albedrío hasta ese espacio etéreo que conforma la isla de los sueños despiertos, para sentir las caricias inmensamente suaves de tus cálidas palabras en el alma....tiempo que ya no es tiempo....sublime armonía de los sentimientos...con tus palabras y tus sonrisas... Gracias.
ResponderEliminarPedro... eres una persona muy especial. Muchas gracias por tu apoyo y tus palabras... gracias!
EliminarSobran miedos, muy cierto. Gracias me ha encantado, es muy bello.
ResponderEliminarGran verdad!!!!!
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