domingo, 22 de junio de 2014

Hasta hacerte INFINITO

Sentirte todo hasta hacerte infinito. 
Besar. Morder. Reír hasta llorar.
Llegar a casa y que te reciban con el corazón abierto. 

Llenar tu vida de amor. 
Amor del que huele y muerde, del que arrasa con todo, hasta con los principios. 
Caminar bajo la lluvia. Sentir que luvia tiene el sabor de tus ojos que la ven caer.    
Que te tiemblen las piernas de emoción.
Apagar el despertador y que suene la mañana. Hasta vibrar de ganas. 
Una llamada inesperada que te alegra. Ver la puesta de sol. 
Contagiar una sonrisa. Contagiar muchas sonrisas. 
Desnudar a alguien. Desnudar rincones del alma que nunca han visto la luz.
Escuchar música  a todo volumen. 
Leer. Escribir. Bailar. Expresar lo que sientes. 
Suspirar.
Ayudar a los que te rodean. 
Agradecer.

Y perder y encontrar, y perder y encontrar, y perder y encontrar...y así en cada latido. 
En esa vorágine del latido que rompe las horas, que quiebra el llanto, que hace que arda el alma. 
Ese latido que se ancla en las costillas y te hace sentir vivo.  
Que un perfecto desconocido rayo de sol se quede a vivir en tus labios. 
Seguir tus instintos. Sobre todo los más salvajes. Porque existen instintos que si no se siguen mueren y nosotros con ellos.  

Ser feliz y ser consciente de ello. Fluir. 
Despertar con la sonrisa bien puesta y las riendas de la vida en tus manos. 
Hacer el amor.
Orillear en el mar. Dejar que el mar nos navegue por dentro. 
Saltar en paracaidas. Volar. 
Volar hasta romper el aire quieto, hasta sacudir el polvo de tus alas, hasta despegar la rutina del espejo. 
Correr en bici.
Que te cojan de la mano. Y caricias, muchas caricias. 
Ver crecer a tus hijos.
Mirar el reloj y descubrir que aún te queda tiempo. Eres tu tiempo. 
¡Qué locura es esa de usar calendarios y relojes, si lo más importante de esta vida no tiene fecha ni hora de llegada!
Trabajar en lo que te gusta.
Aprender a soltar. Soltar y soltar. 
Comenzar tantas veces como lo necesiten los finales. 
Dejar que el viento acaricie tu cara.
Despertar y tener a alguien que amas a tu lado.
Andar despeinado y descalzo por casa. Andar despeinado por la vida. 
El olor a café por las mañanas.
El olor a jazmín. 
Una pizza de domingo y una peli. 
Ponerte de puntillas para dar un beso y sentir ese vértigo fantástico. 
Que lo único que pierdas sea el miedo.
Conocer nuevos lugares y nuevas gentes. 
Recibir un piropo.
Abrazar. 

Pasamos la vida queriendo ver más allá y no logramos ver lo que tenemos en las manos. 
LA FELICIDAD DE LO SENCILLO. 
¿Y sabéis? de todas las formas que hay de ser felices, la mejor es tener con quién compartir todas estas pequeñas cosas. 

Que lo cotidiano te apasione, que lo extraño no te estorbe, que lo real no te asuste y sobre todo que quien te sorprenda no avise, que no lo sepas explicar... pero te guste.