miércoles, 22 de julio de 2015

Y escuchó al MAR gritar...

Se sentó a la orilla de un sueño que navegaba a ultramar sin otro punto de referencia que las estrellas. Una piel elástica que crecía con cada sentimiento determinaba su posición, el rumbo, el tiempo, la velocidad, la distancia y la profundidad para no encallar y sortear los obstáculos mientras durase la travesía.

Foto reciente de mi amiga Sonia Caparros del día que salimos a navegar en Palamós


Navegaba con la certeza que aún le quedaban muchas orillas en la playa y sonreía imaginándolas mientras acariciaba su pelo con toda la paciencia del reloj, deteniendo el tiempo en cada nudo que desataban sus  dedos. Sustituyó la brújula por el coraje y decidió hacer suceder lo imposible. 

Disponía de las mejoras cartas de navegación dibujadas bajo un entramado de música que repara, de alegrías  y tristezas que unen, de abrazos que desarman y abrazos por sorpresa, de besos a tiempo, de sonrisas que provocan la suya, de manos que sostienen, de palabras emocionadas que son hogar y refugio, de puntos suspensivos renovados, de ternura brindada y recibida, de caricias que derriban muros, de miradas que sostienen y empujan y elevan.

El mar se agitaba y le despertaba las ganas con el sonido de sus olas, ofreciéndole esa calma que todos necesitamos para seguir navegando despacito pero con una fuerza imparable que se siente desde adentro. El mar rugía y su eco le dejaba un soniquete en el alma advirtiéndole una vez más, que un corazón que no se derrama siempre será una batalla perdida.
Su cuerpo empezaba a arder mientras en el horizonte divisaba el mar surcado por otras naves, que como la suya, bogaban a toda vela sin perder un ápice de entusiasmo. 

De repente, al son del silbido de la brisa y en medio de un batallón de olas que rezumaban y que jugaban con la quilla de su embarcación, escuchó al mar gritar… 
Elige siempre en quién anclar y cuándo soltar amarras, recuerda que la  ingratitud siempre te llevará a la deriva , aprende que veces la felicidad sólo se trata de tomarte momentos para ti mismo, sonríe a las heridas porque donde hay dolor está la cura, empápate de amor que te alimente y alimenta con el tuyo al resto de naves que bogan a toda vela como tú. 
Nunca te quedes en puerto por costumbre, por vicio, por inercia o porque no hay más lugar al que ir y deja siempre una estela de entusiasmo en tu navegar porque te ayudará  a saltar excusas y a derrotar miedos. 
Y cuando te sientas derrotado y con frio, recuerda que ganar es darte a ti mismo infinitas oportunidades y celebrar que no te rendiste. Todo ello te hará libre.


martes, 14 de julio de 2015

¡Que te escuchen LATIR!

Foto de @jcalandt
Abre la mente, los sueños, los ojos, los abrazos, la risa y todos tus paisajes. Desvístete del pasado, del nunca y del jamás. Vacíate de  todo y llénate de ti mismo, si no quieres que venga el insomnio a reclamarte los sueños que dejas escapar. Y no pierdas de vista tus acciones… volverán.

¡Que te escuchen latir!

Que tu sonrisa se descuelgue de tus pestañas porque elegiste dejar de ser costumbre, elegiste dejar de huir antes de llegar, elegiste dejar de vivir con los frenos puestos y el acelerador apretándote el pecho. ¡Que eres todos tus trenes y puedes elegir todos tus destinos! Vive a pelo con todas sus consecuencias, porque la vida se escapa en cada bostezo de aburrimiento. No dejes que domestiquen tus sueños, ni siquiera los imposibles.

¡Échale leña a la hoguera y vívete de ganas!

¿Los  tropiezos? no siempre terminan en caída, a veces son más un empujón. Así que a tus caídas, a tus errores, a tus lágrimas, a tus no debí hacerlo, a tus decepciones, a cada una de tus batallas no ganadas y hasta a tus no me arrepiento, a todo eso, llámalo crecer.  Agradece que la vida te sacuda de vez en cuando para que no te duermas, cambies, aprendas, valores lo que realmente importa y te desprendas de lo que no lo es.

No abandones más días sin usar ni pierdas más suspiros en indecisiones. 

Impide que la tristeza te paralice las ganas, sé un incansable arquitecto de primeras veces,  haz que con la planta de tus pies crezcan bosques sobre los caminos, sé más de “gracias a” que de “por culpa de”.
Esfuérzate por seguir trenzando la piel para dar más cuerda al entusiasmo que a la arruga,  confía siempre en tus instintos, quédate siempre al lado del coraje, batalla cada sí con humildad y bájate de vez en cuando del burro… o terminarás convirtiéndote en uno.

Aprende a disfrutar de tu vida, a amar lo que tienes, a valorar a quienes amas, 
a valorarte por lo que eres. 

Aprende que la mayor parte de lo que sabes, te pide a gritos que vuelvas a aprenderlo pero con otros ojos. El amor sobre todo...

En el amor, sobre todo, ni cerraduras ni llaves, ni nada cuanto pueda retener a quien no quiera. Basta de morder los “te quiero” y esconderlos tras los dientes y deja de morderte los párpados para que los ojos no hablen. Basta ya de de abrazar compañías que solapan soledades y basta, basta, basta de agarrarte fuerte a lo que quiere irse porque tus manos estarán ocupadas… pero vacías.

Viento y velas amigo que todo está por suceder y estamos  vivos. ¡Y qué bueno!