domingo, 5 de enero de 2014

Temprano TU regalo

A los de Oriente:

Que nos liberen de apegos tóxicos; personas ,lugares, circunstancias, creencias o costumbres... infinidad de muletas que nos acarrean sufrimiento y dolor. Esos apegos que castran, enferman, incapacitan, deprimen, desgastan, eliminan y amputan nuestra creatividad.




Que vacíen nuestra mente llena de prejuicios, convencionalismos y toda clase de ideas preconcebidas. Que nos dejen la capacidad de escudriñar, de husmear y de sorprendernos.

Que nos otorguen valentía para no depender de las opiniones de los demás y de su aprobación. No necesitamos clavos ardiendo donde agarrarnos hasta la propia anulación. Queremos actitud audaz y responsable.
No queremos quedarnos quietos y fosilizados. ¡Vamos a retar al miedo!

Les pido no ceder el control de nuestras emociones y sobre todo de nuestras decisiones, para no caer en esa rueda del fracaso que termina por engullirnos. Mejorar la autoeficacia, con la autoestima bien alta y el autorespeto.Y determinación para no perder oportunidades por falta de arranque, por miedo, por inseguridad, por creernos con la respuesta antes que nos la den y sobre todo por imaginar  lo que va a pasar antes de que suceda. Y como dice un buen amigo mío, con el orgullo que lleva H.

Que no olviden dejarnos el factor riesgo, porque no hay compensación cuando uno no apuesta. ¡Y mucha incomodidad! Para incomodarnos hasta los huesos y darle una patada a la desidia. Que aunque llueva o truene HAREMOS y sin excusas. Probaremos a qué sabe la acción haciéndonos cargo de nuestra vida.Y si nos equivocamos, creceremos. Porque si no nos equivocamos, nos estancamos. Cuando decidimos ser los dueños de nuestra vida, el crecimiento personal no tiene límites.

Y el saco lleno de pasión que lo dejen a la vista. Que nuestra pasión por vivir no es negociable y es nuestra. ¡Vamos a ponerla a rodar! Sin pedir permiso, sin justificarnos, sin buscar convencer. Y con la pasión de seres afectivamente libres, en el mismo saco, que nos dejen amor del bueno. Ese amor que entiende que no hay incompatibilidad entre amar y amarse a uno mismo. Ese amor que no crea discapacitados afectivos. Ese amor que no descuida lo que ama.

Soledad. Si... también les pido poder saborearnos en soledad. Soledad de la que no muerde. De la que acaricia. De la que incluso nos hace cosquillas. De la que hace que se nos otorgue una vida espiritual que nos prepara ante la adversidad y nos hace emocionalmente más maduros. Soledad que nos hace ser capaces de buscar en nuestro interior para sacar a relucir nuestra singularidad.

Pido VIDA para ser capaz de ser nosotros, únicos, irreproducibles y contribuir a hacer mejor las vidas de quien nos rodea.

Y tú, ¿A ti que te traerán los de Oriente?

2 comentarios:

  1. Me apunto, ciegamente, a todo al sentido "pedido" que aquí realizas, Nuria. Un abrazo-e. MB.

    ResponderEliminar