martes, 29 de abril de 2014

De lo que NO SUCEDE también se aprende

La ventana estaba impaciente. Impaciente ante unos ojos cerrados llenos de legañas y turbios de sueños. De repente, se decidió. Abrió los ojos, queriendo otra vez. Dejó que el viento del ENTUSIASMO entrara de nuevo. Dejó que se colara entre las rendijas de su piel, atravesando cada persiana de su cuerpo. Víscera a víscera, hasta salir empapado de deseos de nuevas ilusiones. Luego, con los bolsillos vacíos y por fuera de los pantalones, empezó a andar chorreando entusiasmo por las orejas.

Se cansó de oler a obligación. Se cansó de ser carro por tirar. Se cansó de cuidar su aspecto de reluciente manzana podrida. Se cansó del mendigo interior, que rebuscaba entre anhelos caducados por recordar lo que era sentir. Se cansó de rogar por segundas oportunidades, mientras guardaba las ganas encerradas en cajones. Nunca llegaban. Las oportunidades. Nunca iban a llegar. Nunca sucedería porque tenía el viento a su favor pero había perdido el rumbo. Así que abrió la ventana al entusiasmo y encontró su cerebro. Todas las piezas encajaban ahora. 

Porque con el alma llena de entusiasmo, ¿qué más da cómo está el vaso?

De lo que no sucede también se aprende. Porque sucede que si plantas una semilla muerta y la riegas durante horas. Días. Años… No pasa nada. ¡Sólo pasa tu vida!

La fuerza del entusiasmo la llevamos dentro y si trabajamos su presencia, está disponible al instante. Con entusiasmo devoramos las oportunidades y enfrentamos los retos, uno a uno, con valentía. Inundemos nuestra vida con él y la vida será otra. No escatimemos ni un esfuerzo en entusiasmarnos y en sentir las ilusiones a pleno tic-tac. Nunca es bastante con terminar el día y abrir los ojos al día siguiente para continuar. Nunca es suficiente con repetir caminos, itinerarios, rutinas y acciones que pintan de gris el suceder de nuestras horas. No sólo hay que encontrar el lugar, hay que ir. Movernos, decidirnos, actuar. Si es necesario, meteremos cada paisaje en nuestra maleta y nos taparemos los oídos cuando nos digan que no caben todos, cuando nos digan... te vas a perder. Y es que a todo le llaman perderse, pero no siempre nos perdemos, a veces sólo nos escondemos.


La vida es el momento y cada momento es la vida. La actitud de cómo vivir esos momentos, la decides tú. Y tómate tu tiempo para vivirlos, los momentos digo... porque se desviven muy rápido. 

Que en la primera sonrisa del día, todavía nos queden sueños de la noche anterior. 



2 comentarios:

  1. Gran texto inspirador! Gracias por recordarnos que "la fuerza del entusiasmo la llevamos dentro"

    Gracias por la sonrisa

    ResponderEliminar