martes, 7 de octubre de 2014

Un minuto de silencio por las PALABRAS

PALABRAS…

Siempre he creído que el verdadero significado de las palabras son sentimientos cuyo diccionario es el corazón, que a golpe de latido les otorga significado. Las palabras definen, dan forma a nuestras emociones y luego se esculpen en la boca con la intención que se terminen colando entre las costillas de la persona a quien las dirigimos, con la intención que se apoyen en su alma. Es maravilloso escuchar palabras que nos llenan, pero es vital decir las que importanNada es tan delicioso como la vivencia de expresar lo que sentimos.

Pero lo cierto es que aunque usamos muchas palabras al día, rehusamos infinidad de veces verbalizar el afecto por temor a parecer idiotas.
¡Qué barbaridad! No nos queremos  arriesgar a parecer imbéciles expresando afecto, pero no nos importa serlo callando lo que sentimos y fingiendo indiferencia. Cúantas veces necesitamos perdonarnos, no por cosas que hayamos dicho, sino POR CUANTO NO EXPRESAMOS.

Piensa por un momento, ¿cuántas PALABRAS te han cambiado la vida? 

¿Sabes que AL CALLAR seguimos siendo palabras? Cuando callamos, somos las palabras que no decimos y se quedan dentro haciendo daño, las que se nos quedan varadas. Cuando los sentimientos son muy profundos y los acallamos, corremos el riesgo de ahogarnos con ellos. Cada vez que callamos algo, hay un sentimiento que explota y eso explica el porqué hay tantas caras largas caminando por ahí. 

Todos. Absolutamente todos. Siempre. Absolutamente siempre. Callamos algo.
Pero lo que uno siente no se calla por más que no se diga. El sentimiento siempre grita aunque sea para adentro. Y es que no todo el que silencia ahoga las palabras. Si no expresamos la individualidad que nos constituye, rápidamente la confianza cede el lugar a la sospecha, la comprensión degenera en cinismo, el afecto se desvanece y hasta el amor adquiere tintes ácidos. Ojalá nunca nos falte una palabra a tiempo.


¡Que no esperemos, que expresemos! Terminemos con los silencios, no nos callemos los susurros, transformemos lo que callamos en verdades, que aunque a veces duelen, también curan.

Ahhhhh, pero sé lo que estás pensando y estoy totalmente de acuerdo contigo. A la palabra, además que no se la apaga, se la acompaña. Las palabras no lo pueden todo. A veces, ocurre que las sonrisas se adelantan a las palabras y siempre, siempre, siempre, la de palabras que ahorran un abrazo y un beso a tiempo. Expresemos con palabras lo que sentimos y demostremos lo que decimos con actos.

Por mi parte, únicamente me resta AGRADECEROS a todos los que me acompañáis en el blog y ofrecer un minuto de silencio por las palabras que nunca dijimos y se nos murieron dentro.


4 comentarios:

  1. Esas palabras que algunas veces encontramos idóneas y otras no elegimos acertadamente. Un post con mucha sensibilidad. Felicidades

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    1. Muchas gracias Miguel Angel también por tu sensiblidad.

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